martes, 23 de julio de 2019

Tu muerte y la mía.



A la muerte le sigue un amanecer. A la muerte le siguen las palabras que no se dijeron.
No la mencionamos a pesar de sentirla como el tic tac del reloj en las noches de insomnio.
Pensábamos que faltaba mucho tiempo para llegar a encontrarla.
Permanecimos en la crisálida que habitaban los vivos. 
Tatuamos en el alma el amor para reencontrarnos en el momento de la partida.
Lentamente sentimos la ausencia como el que partió y como un relámpago ella tocó el timbre de nuestra casa.
Nos inspiró negación, nos obligamos a conocerla de la mejor manera y abrazarla de a poco.
Entender que esta muerte también fue vida y continuidad, 
transformamos el rechazo y el sufrimiento en una actitud abierta ante nuestra irrevocable realidad.
La vida continuó a pesar de no sentirnos. Quedaron los recuerdos, los aromas, la esencia y la conciencia infinita.
Fuimos energía de donde nació esta unión. Búsqueda inagotable del amor.





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