VASALISA
I PARTE
Había una vez y no había una vez una jóven madre que yacía en su lecho de muerte con el rostro tan pálido como las blancas rosas de cera de la sacristía de la cercana iglesia. Su hijita y su marido permanecían sentados a los pies de la vieja cama de madera, rezando para que Dios la condujera sana y salva al otro mundo.
La madre moribunda llamó a Vasalisa y la niña se arrodilló al lado de ella con sus botas rojas y su delantalito blanco.
_ Toma esta muñeca, amor mío _dijo la madre en un susurro, sacando de la colcha de lana una muñequita que, como la propia Vasalisa, llevaba unas botas rojas, un delantal blanco, una falda negra y un chaleco bordado con hilos de colores.
_Presta atención a mis últimas palabras, querida _dijo la madre_. Si alguna vez te extraviaras o necesitaras ayuda, pregúntale a esta muñeca lo que tienes que hacer. Recibirás ayuda. Guarda siempre la muñeca. No le hables a nadie de ella. Dale de comer cuando esté hambrienta. Ësta es mi promesa de madre y mi bendición, querida hija.
Dicho lo cual, el aliento de la madre se hundió en las profundidades de su cuerpo donde recogió su alma y, cuando salió a través de sus labios, la madre murió. Pero, como un campo cruelmente arado por la guerra, la vida del padre reverdeció una vez más en los surcos y éste se casó con una viuda que tenía dos hijas.
Este es un fragmento de uno de los cuentos de Clarissa Pinkola Estés, en los cuales ha creado una psicología femenina en su sentido más verdadero: el que lleva al conocimiento del alma.
De cada cuento Clarissa hace un análisis psicológico de cada personaje de los cuentos y de los cuales muchas llevamos dentro. La sociedad ha hecho grandes esfuerzos por "civilizar" a la mujer limitándola a los papeles rígidos por los cuales debe ser "valorada". Acá, la autora del libro "Mujeres que corren con los lobos" tratará de rescatar a la Mujer Salvaje, una especie en peligro de extinción. Las o los que quieran compartirlos conmigo, se los agradeceré humildemente.
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