Después de caminar entre rocas y pantanos, apareció un ángel que tomó la mano de la mujer que cada día se le hacía más difícil la lucha por la vida y de ese camino hacía esfuerzos para que nadie notara cuán pesado era su pasar. Fue ese ángel, tierno, el que la besó y abrazó en un abrazo que fue eterno. Este fue el comienzo del viaje que partió de nuevo, la muerte ya no existe- le dijo, seré tu luz y tú mi amanecer.
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